top of page

TY

FE

Foto_057.png
Una vida dedicada al arte

Nací el 14 de noviembre de 1924, en el Gijón industrial de principios del siglo XX, en una familia acomodada, y de la que sería el mayor de 3 hermanos. Posteriormente nos trasladamos a Madrid, donde pasamos la Guerra Civil y pierdo a mis dos hermanos pequeños. Durante los tres años de permanecer en la trastienda de una taberna del viejo Madrid, los años de la guerra, estudié guitarra clásica con Daniel Fortea, insigne guitarrista.

Ya era yo un muchachito cuando necesité mi inscripción en el Registro para el ingreso en el Bachillerato, debido a los años perdidos. Resultaba de aquel documento que mi nombre era muy largo, tres nombres seguidos, no solamente Fernando como siempre me habían llamado. Según me explicaron, Juan y Alejandro eran nombres de tradición familiar. El caso es que no me pareció mal, y aunque seguí siendo Fernando, solamente, quedó en mi mente esa ampliación.

Unos años antes son mis primeros estudios, ya con 8 años, en los Hermanos Maristas del colegio de Cisne, en Chamberí, un estupendo Colegio. La guerra civil y los cambios de residencia de mis padres cortaron esos primeros aprendizajes. Es así, como hasta los 14 años yo no he recibido una instrucción académica que merezca tal nombre, llegando al 1939 sin saber nada, excepto música.

Fue cuando empecé a mostrar diversas inquietudes, puestas de manifiesto en visitas al Ateneo madrileño, hacer amistad con los frailes Franciscanos capuchinos de Jesús de Medinaceli, y más tarde mi asistencia a la Biblioteca del Consejo Superior de Investigaciones Científicas a leer Prehistoria, Filosofía, Astronomía, Geografía.

En esa Biblioteca fueron mis primeras lecturas del Génesis en una Biblia monumental. Un par de años después intento ser monje cartujo, en la Casa de Granada, hermano lego, organista, no quería ser sacerdote, en modo alguno.

Mis padres se oponen, y soy menor de edad. Decido esperar a cumplir los 18 años. Cuando eso ocurre, una tuberculosis avanzada en el pulmón izquierdo, que afecta al derecho, me lo impide... cerrándome ese camino absolutamente.

Vienen así 6 largos años inmovilizado, en los que leer es mi contacto con el mundo que veo de lejos. Pienso en esos años, intrigado, que he sido monje en mi casa, todo un asombro de realidades.

Es cuando empiezo a entender que ser de Cristo es seguir la voluntad de Dios, como el mejor destino del hombre, un destino que no se aclara nunca. Yo amo a Dios desde muy pronto, muy pequeño. Cuando tenía 12 años, la primera experiencia. Recibo una revelación del amor del Padre, que cambia mi vida, sé que amo siendo amado, un niño inocente, pero que adquiere con ello una seguridad vital asombrosa.

_DSC6350.JPG
PianoOP.jpg
20210630_122937_OP.jpg
La revelación

A los 28 años y superada la tuberculosis contra criterio médico, la voz de Dios, voz sin palabras, llega a mi Espíritu, a un lugar muy hondo que no se sabe que se tiene hasta ese momento trastornador. Esa revelación cambia por completo mi existir.

Para ese tiempo, soy un intelectual que conoce cuanto en este país se ha publicado. Dejo mi empleo de Bibliotecario en el ICAI, vendo por lo que quieren darme mi Estudio de Pintura de la calle de Santa Isabel número 13, saco el pasaporte y me voy a América, según las instrucciones recibidas en esa revelación sensacional, que no es un sueño. Es una mañana cuando voy para el Estudio de pintura cuando se produce. En plena calle, logro no caer al suelo, estar de pie. A las pocas semanas, me marcho.

A nadie le digo lo que estoy haciendo ni el motivo de hacerlo, todos me dicen que estoy loco, es un suicidio. Mis padres están en buena posición económica y no me necesitan, y al ser mayor de edad no pueden impedirlo.

El viaje a Cuba

Dos años y medio después, vuelvo a España con 6 meses de vacaciones pagadas, debido a mi éxito en La Habana, al acertar en la dirección de un comercio con nueve empleados. Al llegar a Navia, me encuentro con Mila, mi antigua novia antes de marchar, está muy guapa y ya no es una niña. Le propongo casarnos y marchar para Cuba y lo acepta. Tengo 33 años y ella 21. Pensamos igual, hay química entre nosotros.

En La Habana vivimos en el Reparto Kholy, en Marianao, un lugar de élite, de magníficas residencias. Al año nace nuestro primer hijo, Fernando, y al otro año posterior llega la Revolución Castrista con la destrucción paulatina de un hermoso país, el mejor de Centroamérica en nivel de vida.

 

Cuba se convierte en una base militar soviética. Yo he visto los misiles atómicos rusos desembarcando en el Puerto cubano del Mariel, un puerto con capacidad para grandes barcos de transporte.

Hasta el año 1964 aguantamos en aquella situación de deterioro progresivo, pero al faltar leche para nuestro hijo de 6 años, nos vamos. El dinero nos sobra, pero ni con dinero puede encontrarse.

Dejamos una casa magnífica, muebles soberbios de caoba, un piano maravilloso en su sonoridad, objetos de arte de porcelana, marfiles, esmaltes, libros, dinero escondido, todo.

Salimos de Cuba con lo puesto, zapatos, camisa y pantalón. Somos españoles y el Embajador de España nos ayuda. A nuestro hijo, de seis años, no le permiten llevarse sus juguetes, ni a mi mujer nada suyo, y yo salgo sin anillo y sin reloj. La voracidad castrista es insaciable, todo le vale, son ladrones.

20210630_122714_OP.jpg
20210630_123328_OP.jpg
(Der.)Fernando y su mujer, Mila, junto a su hijo Fernando en La Habana, Cuba.
(Izq.) Fernando y Mila con unos amigos en La Habana.
Reconstruir una vida desde cero

Llegamos a Madrid en el mes de noviembre, y a la semana siguiente ya estoy trabajando en una Fábrica de plásticos, y dos meses más tarde me cambio a otra de Confección de camisas, un taller artesanal, en el que gano 5 mil pesetas.

En ese taller, convertido en fábrica moderna, paso 22 años de mi vida laboral, con jornadas de 10 horas. Es un esfuerzo, pero tengo salud, no me pasa nada en esos años tan importantes para hacer un patrimonio. Allí me hago jefe de los almacenes, son 8 en total.

Durante este tiempo viene José Luis, el segundo hijo, y más tarde Alicia, la niña esperada con ilusión.

Es así, como teniendo 62 años la vida no está terminada, ya estoy jubilado, pero otra etapa se inicia, aunque eso no lo sé.

Compro un piano y escribo música, paso a máquina los escritos anteriores. Los hijos terminan sus estudios: Fernando es ingeniero, José Luis arquitecto superior, y Alicia es ceramista diplomada y restauradora de porcelanas.

Es cuando imagino una evolución muy complicada y larga de hacer, necesito salud y unos años para realizarla.

IMG-20210701-WA0010.jpg
Foto familia_OP.jpg

Dinero ahorrado y herencias me permiten comprar en Navia un piso magnífico con plaza de garaje y un ático para Estudio de pintura, con amplios ventanales. Vendo tierras y montes heredados en Asturias y vendemos los dos pisos de Madrid.

En el año 1990 nos vamos definitivamente a vivir a Navia, quedando en Madrid los dos hijos varones ya casados. En Navia compro y vendo pisos y gano dinero.

Todo el día, todos los días, los paso en el Estudio pintando grandes cuadros de bosques, es mi pasión la naturaleza.

Fernando y su familia en Navia (Asturias) y Madrid.
El Estudio y la consecución de un sueño

Pronto se reúnen allí 300 cuadros, pues no vendo, y es una maravilla estar allí adentro. Estoy asombrado del derivar de mi vida, que no parece tener término. Llega el año 2000, lo que me causa una honda impresión, nunca pensé llegar a estar vivo en el Tercer Milenio.

Decido editar libros, otra larga etapa ilusionada, ahí empieza. Primero un libro grande de pintura, óleos, y luego otro de Sanguinas, perspectivas insólitas del Madrid más auténtico, dibujos del natural realizados por las calles en 1993.

En el 2004 acometo la publicación de un libro titulado El Hombre Dios, una vida, en lenguaje actual, de Jesucristo. Un libro que reparto gratuitamente entre los amigos y conocidos y desconocidos, un libro de impacto, de fe. También preparo un tomo de versos de juventud, que lleva el título de La inaprensible esencia. Y sigo pintando, trípticos, cuadros religiosos, bosques.

Cuando me acerco a cumplir 85 años, la sorpresa. Enfermo de gravedad. Dos semanas orinando sangre a borbotones debido a la próstata, que se ha sobredimensionado. 

Quedo hospitalizado, he perdido 7 Kg. en dos semanas. Otra vez, como en mi juventud, inmovilizado en una cama desde la que llamo a mi amigo nazareno, que me ayude. Y eso hace, supero aquello, me operan y salgo de allí.

Estas son las últimas líneas que escribió Fernando Marty Méndez sobre su vida de su puño y letra. Ahora nos toca a nosotros, su familia, terminar con cariño esta magnífica historia.

Fernando se recuperó de su enfermedad y, aunque debilitado, siguió pintando y escribiendo hasta los 91 años. Lúcido y en plenitud de consciencia hasta el final, y solo cuando se le hizo imposible doblar las rodillas hasta el suelo para ultimar los detalles de sus lienzos, claudicó en su empeño vital.

Fernando falleció el 23 de febrero de 2018 con 93 años por causas naturales, dejando terminada y organizada su obra, una que ahora hemos reunido para disfrute y recuerdo de todos.

Estudio de pintura de Fernando Marty en Navia (Asturias)

_DSC5330.JPG

CONTACTO

2021 Fernando Marty Méndez  |  Todos los Derechos Reservados  |  Política de privacidad

bottom of page